Una vida entre voces y silencios

Sonia García de Galián

Entrevistadora: Evelyne Morady

Nos acercamos a la historia de Sonia García, una compañera coralista que ha recorrido una larga vida entre la música, la enseñanza y la creación.

Educadora de niños sordos durante más de tres décadas, Sonia ha sabido tejer —con paciencia y sensibilidad— un camino propio en el que la música, la familia y el lenguaje de las manos se entrelazan con fuerza. Hoy la escuchamos no solo cantar, sino contar.

 

P: Hola, Sonia. ¿Cómo es tu día a día, aparte de cantar y ensayar?

R: En este momento estoy en casa casi todo el tiempo, por un problema en la rodilla. Me ocupo de las cosas normales: preparar el desayuno, el almuerzo, salir a comprar cuando hace falta, y visitar a mi nieto cuando puedo. Antes, cuando trabajaba, mi rutina era distinta. Al principio cuidaba personas mayores aquí en Barcelona, y luego trabajé cuidando a niños pequeños, desde los cuatro meses hasta que entraban a la guardería.

 

P: Antes de eso, cuando estabas en Venezuela, ¿cuál era tu actividad principal?

R: Era maestra de educación especial, con niños sordos y con problemas de lenguaje. Me gradué en 1979, y ejercí hasta jubilarme, poco antes de emigrar.

 

P: Vamos a hablar un poco de la parte musical. ¿Cuándo entraste por primera vez a un coro?

R: Empecé en el coro de la escuela primaria, y seguí en el liceo. Hubo unos años en los que no había coro en mi liceo, pero cuando entré al Liceo Andrés Bello, enseguida me metí en el coro. Luego pasé por la Coral de Juventudes Culturales y la Coral del INAVI. Siempre me gustó cantar. Aunque hubo pausas, como cuando nacieron mis hijos, retomé cuando ya podían quedarse en casa.

 

P: ¿Y al llegar a España, ¿cómo fue tu experiencia coral?

R: Ya en Venezuela cantaba bajo la dirección de Luis Eduardo. Cuando llegamos a Barcelona, lo primero que cantamos fue la Misa Criolla, en diciembre de 2019. Fue una continuidad. Lo que sí noté fue una diferencia en la manera de organizar los coros: aquí se suele pagar por formar parte de ellos, lo cual cambia un poco la relación con la actividad coral.

 

P: Tu familia también está muy vinculada con la música, ¿no?

R: Sí. Aunque cada uno ha seguido su camino, todos hemos estado rodeados de música. Uno de mis hijos toca la mandolina, otro la percusión. Y uno canta con nosotros en el mismo coro. No es que todos hagan lo mismo, pero la música siempre ha estado presente.

 

P: Me gustaría que habláramos de tu experiencia con niños sordos. ¿Qué recuerdas de esos años?

R: Fueron 31 años de mucho aprendizaje. Al principio, se pretendía que los niños leyeran los labios y usaran el habla oral. Pero con el tiempo se reconoció la lengua de señas como la verdadera lengua de los sordos, y eso cambió todo. Al introducirla en la escuela, muchos niños que tenían problemas de conducta mejoraron porque, finalmente, pudieron comunicarse.

 

P: ¡No me digas! O sea que antes no se les permitía usar lengua de señas…

R: Así es. Estaba prohibida en muchas escuelas. Pero cuando se permitió, hubo un cambio enorme. Nosotros también tuvimos que formarnos para enseñar y comunicarnos en lengua de señas. Fue un proceso muy enriquecedor.

 

P: ¿Hay alguna faceta tuya que crees que el coro no conoce mucho?

R: Pues cuando llegué a Barcelona conocí a Nuri Morillo, que es artista y también canta en el coro. Me animó a entrar a su taller de escultura. Descubrí que me gustaba mucho y que tenía habilidades que no conocía. He trabajado con arcilla, yeso, cemento e incluso con virutas de llaves.

 

P: ¡Qué maravilla! ¿También te gusta tejer, ¿verdad?

R: Sí, cuando tengo tiempo. Además, estoy estudiando catalán y trato de integrarme lo mejor posible. He conocido muchas personas amables aquí, incluso en trabajos de cuidado con personas mayores.

 

P: Sonia, ¿qué ha sido lo más valioso que la música te ha regalado?

R: Paz y compañía. En los momentos felices me gusta oír música, y en los tristes, también. Siempre ha estado conmigo.

 

P: ¿Y cómo es vivir con una persona tan talentosa como Luis Eduardo Galián, que es músico, compositor, director…?

R: Es difícil a veces, porque está muy metido en su mundo creativo. Trabaja a todas horas, incluso de madrugada. Pero al mismo tiempo, estar con él me ha permitido conocer el mundo, viajar, y vivir experiencias musicales inolvidables.

 

P: ¿Cuáles destacarías?

R: Cantar en la Sagrada Familia fue muy especial. Y en el Vaticano, en el altar mayor. Hemos cantado también en Colombia, Brasil, República Dominicana, Italia, Chile… Son recuerdos que se quedan para siempre.

 

P: Sonia, recordé una experiencia que viví hace mucho en México. Asistí a un festival de artes escénicas donde un grupo de chicas sordas bailaba al ritmo de la música, guiadas por la vibración de los instrumentos de percusión colocados sobre el suelo. Fue impresionante. Ahora pienso si algo así podría integrarse con lengua de señas, combinando baile y expresión corporal. ¿Cómo ves tú esa posibilidad?

R: Interpretar canciones con lengua de señas ya se ha hecho en coros inclusivos. Pero si hablamos de combinar eso con baile, hay que tener en cuenta que no todas las personas pueden coordinar ambas cosas. Es como cuando ves un coro de oyentes que canta y baila: no todo el mundo tiene esa habilidad. Con personas sordas pasa igual, habría que contar con quienes tengan esa doble capacidad.

P: Tienes toda la razón, pero tal vez podría tratarse de una coreografía sencilla, basada en la expresión corporal. Incluso podría dividirse: algunas personas podrían hacer las señas y otras el baile, todo dentro de una misma escena.

R: Sí, eso podría funcionar mejor. Pensado así, como un trabajo conjunto donde cada quien aporte desde su fortaleza, tiene mucho sentido. Además, con ritmo de percusión es más fácil para ellos sentir la vibración y guiarse.

 

P: Para terminar, si tu voz pudiera dejar un mensaje, ¿cuál sería?

R: Que lo más importante es la familia. Enseñar a los hijos todas las posibilidades que existen: arte, baile, música… no solo las materias escolares. El arte ayuda a ser mejores personas y más felices.

 

Sonia, muchísimas gracias por abrirnos tu corazón y por compartirnos una vida tan rica en experiencias y sabiduría. ¡Ha sido un verdadero privilegio!

La charla con Sonia García nos descubre a una mujer con una voz que abraza, uniendo música, enseñanza y arte. Su trayectoria nos recuerda la importancia de la pasión y que el arte es clave para ser mejores personas y más felices. Su historia, sin duda, resuena y nos inspira.